lunes, 15 de octubre de 2012

Análisis del cuento "Para un final presto" -Lezama Lima


VOCABULARIO:
1. Presto: Pronto, diligente, ligero en la ejecución de algo.
2. Agudezas: Intensidad de un mal.
3. Estoico: Fuerte, ecuánime ante la desgracia
4. Contingente: Parte que cada uno paga o pone cuando son muchos quienes contribuyen para un mismo fin.
5. Preconizado: Proponer, recomendar o apoyar un procedimiento, una medida, etc., por considerarlo bueno o adecuado para un determinado fin.
6. Secta: Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica.
7. Fervor: Entusiasmo o ardor con que se hace algo.
8. Eidos: palabra griega que significa especie.
9. Áureo: Moneda de oro, y especialmente la acuñada por los emperadores romanos.
10. Dispendio: Gasto, por lo general excesivo e innecesario.
11. Exotismos: Tendencia a asimilar formas y estilos artísticos de un país o cultura distintos de los propios.
12. Gomosa: Que tiene goma o se parece a ella.
13. Crispamientos: Irritar, exaspera
14. Desmelenado: Que procede con arrebato
15. Afinaba: Perfeccionar, precisar, dar el último punto a algo
16. Ocios: Diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio, porque estas se toman regularmente por descanso de otras tareas.
17. Zambullesen: Esconderse o meterse en alguna parte, o cubrirse con algo.
18. Diseminadas: esparcidas
19. Patente: Claro, perceptible.
20. Turbulenta: Dicho de una acción o situación: Agitada y desordenada.
21. Acerados: De acero
22. Leoninas: Especie de lepra en que la piel toma el aspecto de la del león.
23. Estío: Estación del año que astronómicamente principia en el solsticio de verano y termina en el equinoccio de otoño.
24. Escultórico: Perteneciente o relativo a la escultura.
25. Frenesí: Delirio furioso.
26. Gendarmes: Agente de Policía, de Francia o de otros países, destinado a mantener el orden y la seguridad pública.
27. Pitagorizados: Conjunto de las doctrinas de Pitágoras y sus discípulos, que sostenía el carácter místico de los números, en la armonía del universo basada en ellos y la transmigración de las almas.
28. Hoguera: Fuego hecho al aire libre con materias combustibles que levantan mucha llama.
29. Prorrumpían: Proferir repentinamente y con fuerza o violencia una voz, suspiro u otra demostración de dolor o pasión vehemente
30. Alborozo: Extraordinario desorden.
31. Sanguinolentos: Que echa sangre.
32. Frenetizaron: Encolerizar, poseídos.
33. Pelotón: Conjunto de personas sin orden y como en tropel.
34. Húsares: Soldado de caballería vestido a la húngara.
35. Cordelero: Religioso franciscano.
36. Mefistofélicas: Digno o propio de él.
37. Apoplejía: Suspensión más o menos completa, y por lo general súbita, de algunas funciones cerebrales, debida a hemorragia, obstrucción o compresión de una arteria del cerebro.
38. Sibilina: Misterioso, oscuro con apariencia de importante.
39. Ringlera: Fila o línea de cosas puestas en orden unas tras otras.
40. Dosificado: Graduar la cantidad o porción de otras cosas.
41. Vinosas:Que tiene la calidad, fuerza, propiedad o apariencia del vino.
42. Injertos: Parte de una planta con una o más yemas, que, aplicada al patrón, se suelda con él.
43. Gagueo: Dicho de una cosa: Empezarse a divulgar.
44. Capciosos: Dicho de una pregunta, de una argumentación, de una sugerencia. Que se hacen para arrancar al contrincante o interlocutor una respuesta que pueda comprometerlo, o que favorezca propósitos de quien las formula.

Lezama Lima

Una muchedumbre gnoseológica se precipitaba
desembocando con un silencio lleno de agudezas, ocupa
después el centro de la plaza pública. Su actitud, de lejos,
presupone gritería, y de cerca, un paso y unos ojos de
encapuchados. Eran transparentes jóvenes estoicos, discípulos
de Galópanes de Numidia, que aportaban el más decidido
contingente al suicidio colectivo, preconizado por la secta. Ese
fervor lo había conseguido Galópanes abriendo las puertas de
sus jardines a jóvenes de quince a veinte años; así logró
aportar trescientos treinta y tres decididos jóvenes que se iban
a precipitar en el suicidio colectivo al final de sus lecciones. La
secta denominada "El secuestro del tamboril por la luna
menguante", tenía visibles influencias orientales, y por eso,
muchos padres atenienses, que amaban más al eidos que al
ideal de vida refinada, si mandaban a sus hijos a esos jardines
era para permitirse el áureo dispendio, de que sus hijos, sin
viajar, pudiesen hablar de exotismos.
La primera idea de fundar El secuestro del tamboril, había
surgido en Galópanes de Numidia, al observar cómo el rey Kuk
Lak, al verse en el trance de ejecutar a un grupo de
conspiradores, había tenido que arrancarlos de la vida
amenazadora que llevaban y lanzarlos con fuerza gomosa en la
Moira o en Tártaro, según estuviesen más apegados a la
religión que nacía o a la que moría. Al ver Galópanes los
crispamientos y gestos desiguales e incorrectos de los jóvenes
ajusticiados decidió idear nuevos planes de enseñanza. Un
jardín de amistosas conversaciones, donde los jóvenes fuesen
conspiradores o amigos, pero donde pudiesen irse preparando
para entrar en la muerte, cuando se cumpliesen los deseos del
Rey. Así una de las frases que había de seguir en la academia:
un joven desmelenado, o que pasea perros o tortugas, es tan
incorrecto o alucinante como el león que en la selva no ruge
dos o tres veces al día. Con esos recursos los jóvenes iban
conversando y preparándose para morir, mientras el Rey
afinaba mejor sus ocios y buscaba con detenimiento las
mejores cabezas.
Habían acudido los trescientos treinta y tres jóvenes estoicos
para cerrar el curso con el suicidio colectivo. Existía en el centro
de la plaza pública un cuadrado de rigurosas llamas, donde los
jóvenes se iban lanzando como si se zambullesen en una
piscina. El fuego actuaba con silencio y el cuerpo se adelantaba
silenciosamente. Esa decisión e imposibilidad de traición,
ninguno de los jóvenes transparentes habían faltado,
únicamente podía haber sido alcanzada por las pandillas
diseminadas de estoicos contemporáneos. Aun en el San
Mauricio el Greco, lo que se muestra es patente: se espera la
muerte, no se va hacia la muerte, no se prolonga el paseo
hasta la muerte. Solamente los estoicos contemporáneos
podían mostrar esa calidad; ningún traidor, ningún joven
vividor y apresurado había corrido para indicarle al Rey que los
jóvenes que él utilizaba para la guerra iban con pasos
cautelosos a hacer sus propios ofrecimientos con su propio
cuerpo ante el fuego.
Las lecciones de los últimos estoicos transcurrían
visiblemente en el jardín. Sus cautelas, sus frases lentas, los
mantenía para los curiosos alejados de cualquier decisión
turbulenta. Muy cerca, en sótanos acerados, una banda de
conservadores chinos, en combinación con unos falsificadores
de diamantes de Glasgow, había fundado la sociedad secreta El
arcoiris ametrallado. En el fondo, ni eran conservadores chinos
ni falsificadores de diamantes. Era esa la disculpa para reunirse
en el sótano, ya que por la noche iban a los sitios más
concurridos del violín, la droga y el préstamo. Querían
apoderarse del Rey, para que el hijo del Jefe, que tenía unas
narices leoninas de leproso, utilizadas, desde luego, como un
atributo más de su temeridad, fuese instalado en el Trono,
mientras el Jefe disfrutaría con su querida un estío en las
arenas de Long Beach.
La policía vigilaba copiosamente a la banda de chinos y
falsificadores. Pero sufrirían un error esencial que a la postre
volaría en innumerables errores de detalles. De esos errores
derivarían un grupo escultórico, una muerte fuera de toda
causalidad y la suplantación de un Rey. Era el día escogido por
los estoicos de Galópanes para iniciar los suicidios colectivos. El
frenesí con que habían surgido los gendarmes de la estación,
les impedía entrar en sospechas al ver los pasos lentos, casi
pitagorizados de los estoicos. A las primeras descargas de la
gendarmería, los estoicos que iban hacia la hoguera
silenciosamente, prorrumpían en rasgados gritos de alborozo,
de tal manera que se mezclaban para los pocos espectadores
indiferentes, los agujeros sanguinolentos que se iban abriendo
en los cuadros de los estoicos suicidas y las risas con que éstos
respondían. Al continuar las detonaciones, las carcajadas se
frenetizaron.
El capitán que dirigía el pelotón tuvo una intuición
desmedida. La situación siguiente a la muerte de su tío,
poseedor de un inquieto comercio de cerámica de Delft, y ya
antes de morir serenamente arruinado, con quien había vivido
desde los cinco años; al ocurrir la muerte de su tío, se obligaba
a aceptar esa plaza de capitán de gendarmes, brindada por un
cuarentón comandante de húsares a quien había conocido en
un baile conmemorativo del 14 de Julio. Nuestro futuro capitán
de gendarmes había asistido al baile disfrazado de comandante
de húsares, mientras el comandante de húsares asistía
disfrazado de cordelero franciscano. Éste fue el motivo de su
amistad iniciada por unas sonrisas mefistofélicas, continuada
por la espera de la plaza demandada, y terminada, como
siempre, por una apoplejía fulminante.
El comandante cuando se embriagaba abría su Bagdad de
lugares comunes. Uno de los que recordaba el actual capitán de
gendarmes era: que una carga de húsares era la antítesis del
suicidio colectivo de los estoicos. Más tarde, al recibir una beca
en Yale para estudiar el taladro en la cultura eritrea en relación
con el culto al sol en la cultura totoneca, había aclarado esa
frase que él creía sibilina al brotar mezclada con los eructos de
una copa de borgoña seguida por la ringlera inalcanzable de
tragos de cerveza. Un insignificante estudiante de filosofía de
Yale, que presumía que había frustrado su vocación, pues él
quería ser pastor protestante y poseer una cría de pericos cojos
del Japón, le reveló en una sola lección el secreto, lo que él
había creído en su oportunidad un dictado del comandante en
éxtasis.
La plaza pública ofrecía diagonalmente la presencia del
museo y de una bodega de vinos siracusanos. El capitán decidió
utilizar los servicios de ambos. Así, mientras lentamente iban
cesando las detonaciones mandaba contingentes bifurcados.
Unos traían del museo ánforas y lekytosaribalisco, y otros
traían borgoña espumoso de la bodega. Los estoicos se iban
trocando en cejijuntos, aunque no en malhumorados. El jefe,
Galópanes de Numidia, había trazado el plan donde estaban ya
de antemano copadas todas las salidas. Días antes del vuelco
definitivo de los estoicos suicidas en la plaza pública, había
hecho traer de la bodega sus colecciones de vinos, con la
disculpa de consultar etiquetas y precios para la festividad
trascendental. Los había devuelto, alegando otras preferencias
y la excesiva lejanía aun del festival, pero regresaban los
frascos portando los venenos más instantáneos. Los gendarmes
que creían transportar en esas ánforas líquidos sanguinosos
cordiales reconciliaciones con el germen y el transcurso, se
quedaban absortos al observar cómo abrevando los estoicos
entraban en la Moira. Los estoicos, con dosificado misterio
causal provocado, morían al reconciliarse con la vida y el vino
les abría la puerta de la perfecta ataraxia.
El Rey vigilaba a los conspiradores que no eran
conspiradores, pero desconocía a los estoicos de Galópanes.
Creía, como al principio creyó el capitán, que la salida era la de
los conspiradores falsarios. Desde una ventana conveniente
contempló el primer choque de los gendarmes con los estoicos
pero al observar posteriormente cómo conducían hasta los
labios de los que él presuponía conspiradores, las ánforas
vinosas, creyó en la traición de ese pelotón, y desesperado,
irregular, ocultadizo, corrió a hacer la llamada a otro cuartel
donde él creía encontrar fidelidad.
Ante esa llamada y su noticia, la tropa salió como el cohete
sucesivo que permitiría a Endimión besar la Luna. Pero entre la
llamada y la salida a escape habían sucedido cosas que son de
recordación. En ese cuartel, en la manipulación de los nítricos,
trabajaba un pacifista desesperado. Fundador de la sociedad La
blancura comunicada, cuya finalidad era hacer por injertos
sucesivos, precioso trabajo de laboratorismo suizo, del tigre,
una jirafa, y del águila, un sinsonte; asistía furtivamente a las
reuniones de los estoicos; en sus paseos digestivos sorprendía
a ratos aquellos diálogos la preparación de la muerte, y sabía la
noche en que los estoicos caerían sobre la plaza pública. El día
anterior se introdujo valerosamente en el almacén del cuartel y
le quitó a cada rifle tornillos de precisión, debilitando en tal
forma el fulminante que el plomo caía a pocos pies del tirador,
formándose tan sólo el halo detonante de una descarga
temeraria.
Al llegar a la plaza la tropa del cuartel y contemplar a los
gendarmes y a los supuestos conspiradores, alzando el ánfora
de la amistad, lanzaron de inmediato disparos tras disparos.
Los estoicos ya iban cayendo por el veneno deslizado en las
ánforas, pero la tropa del cuartel admiraba su puntería, la
cegadora furia les impedía contemplar que el plomo caía, pobre
de impulso, en una parábola miserable. Cuando creían que la
muerte lanzada con exquisita geometría daba en el pecho de
los conspiradores, el azar le comunicaba a sus certezas una
vacilación disfrazada tras lo alcanzado, tan distante siempre de
los errores preparados por los maestros de ajedrez que saben
distribuir un fracaso parcial, o el detalle imperfecto de algunos
retratos de Goya, el perrillo Watteau que tiene una cabeza de
tagalo combatiente, hecho maliciosamente para que el conjunto
adquiera una deslizada exquisitez.
El Rey formaba un grupo escultórico. Detrás de la ventana
contemplaba la muerte refinada activísima y las detonaciones
bárbaras eternamente inútiles. Cuando llegó a la plaza pública
la tropa del cuartel, y vio sus detonaciones, corrió a llamar a los
otros cuarteles, anunciándole paz tendida y muy blanca.
El grueso de sus tropas vigilaba las fronteras. El Jefe de la
pandilla acariciaba sus parabrisas y vigilaba todo posible
gagueo de sus ametralladoras. Al pasar el Jefe por la estación
del capitán de gendarmes notó una ausencia terrible: más
tarde al no encontrar resistencia por parte de la tropa del
cuartel, pensaron que todos esos guerreros equívocos estaban
rodeando al Rey para preparar una defensa real.
Al pasar por la plaza pensaron en el regreso de las tropas
fronterizas en abierta pugna con aspirantes consanguíneos. Ya
aquí pensaron que les sería fácil apoderarse del Rey, pero
extremadamente peligroso abrir las ventanas del Rey puesto,
frente a esa plaza, donde no se sabía cuándo sería el último
muerto, y con quién en definitiva se abrazaría.
La jornada de los conspiradores falsarios era como un largo
brazo que va adentrándose en un oleaje. Pudieron resbalar en
Palacio hasta llegar frente a la antecámara. Aquí el Jefe y su
hijo, el de las narices leoninas de leproso, se adelantaron,
finos, capciosos, con sus dedos como un instrumental
probándose en la yugular regicida.
Un año después, el Jefe, con su querida, se estira y
despereza en las arenas de Long Beach. Contempla la cáscara
de toronja que las aguas se llevan, y el peine desdentado, con
un mechón pelirrojo, que las aguas quieren traer hasta la
arena.
FIN



ANÁLISIS DEL CUENTO "PARA UN FINAL PRESTO"
Personaje principal:
REY KUK LAK: un hombre que no le importaba los sentimientos de los demás, lo único que quería era poder y para el todo opositor merecía la muerte, pues era un traidor para su reinado.

Personajes secundarios:
  • Jóvenes estoicos
  • Jefe
  • Hijo del jefe

Tema:

Lezama Lima en su cuento presenta el abuso de poder que sufren algunos países; estos se ven oprimidos de todos sus derechos como ciudadanos y se ven obligados a obedecer a su gobernante, pues si no lo hacían o intentaban imponerse ante las ordenes, este le mandaba a matar como lo afirma la siguiente cita textual “el rey Kuk Lak, al verse en el trance de ejecutar a un grupo de conspiradores, había tenido que arrancarlos de la vida amenazadora que llevaban y lanzarlos con fuerza gomosa en la Moira o en Tártaro, según estuviesen más apegados a la religión que nacía o a la que moría.”(Lezama Lima, Para un final presto)

Ideas:
En el cuento Lezama Lima plantea la idea de la revolución; pues en su obra llamada “para un final presto” comunica al lector que tenemos que hacer valer nuestros derechos  ante todos aquellos que quieran abusar de su poder .Así lo afirma la siguiente cita textual “La policía vigilaba copiosamente a la banda de chinos y falsificadores. Pero sufrirían un error esencial que a la postre volaría en innumerables errores de detalles. De esos errores derivarían un grupo escultórico, una muerte fuera de toda causalidad y la suplantación de un Rey.” (Lezama Lima, Para un final presto)

Tiempo:
El cuento “un final presto” pertenece a la época en donde los reyes mandaban y el pueblo o las personas no tenían derecho a nada y tenían que acostumbrarse a las leyes y ordenes q daba su gobernante en este caso su rey. Esta época era muy cruel ya que los gobernantes abusaban de su poder y no respetaban a  las personas como lo afirma la siguiente cita textual “Con esos recursos los jóvenes iban conversando y preparándose para morir, mientras el Rey afinaba mejor sus ocios y buscaba con detenimiento las mejores cabezas.” (Lezama Lima, Para un final presto)

Espacio:
Un final presto es contado o narrado desde un espacio imaginario porque los sitios o lugares presentados no existen pero fueron creados  basándose en un lugar que existe en la realidad: como lo afirma la cita textual "Al llegar a la plaza la tropa del cuartel y contemplar a los gendarmes y a los supuestos conspiradores, alzando el ánfora de la amistad, lanzaron de inmediato disparos tras disparos." (Lezama Lima, Para un final presto, )

Narrador:
En este cuento el narrador es externo porque no participa en la obra solo se limita a contar los hechos que pasaron este tipo de narrador también es objetivo pues solo narra lo que ve no se involucra en los sentimientos o pensamientos de los personajes; es como una cámara fotográfica. Así lo afirma la cita textual “Una muchedumbre gnoseológica se precipitaba desembocando con un silencio lleno de agudezas, ocupa después el centro de la plaza pública. Su actitud, de lejos, presupone gritería, y de cerca, un paso y unos ojos de encapuchados” (Lezama Lima, Para un final presto)

Secuencia narrativa:
La secuencia narrativa del cuento es lineal, pues los hechos son contados en orden cronológico y en el mismo tiempo. “La policía vigilaba copiosamente a la banda de chinos y falsificadores. Pero sufrirían un error esencial que a la postre volaría en innumerables errores de detalles. De esos errores derivarían un grupo escultórico, una muerte fuera de toda causalidad y la suplantación de un Rey.” (Lezama Lima, Para un final presto)
Ambito:
La obra “un final presto” se desarrolla en un ambiente en donde predominada el autoritarismo pues los gobernantes abusaban de su poder y hacían con el pueblo lo que ellos querían, mientras que del otro lado las personas estaban hartas de los maltratos y los sacrificios que tenían que realizar. En este cuento Lima muestra como las personas son privadas de todo derecho y son obligadas a vivir en una opresión en donde lidera el maltrato; como lo afirma la cita textual " La policía vigilaba copiosamente a la banda de chinos y falsificadores. Pero sufrirían un error esencial que a la postre volaría en innumerables errores de detalles. De esos errores derivarían un grupo escultórico, una muerte fuera de toda causalidad y la suplantación de un Rey" (Lezama Lima, Para un final presto)
Conclusión:
Como conclusión de la obra presentada podemos decir que Lezama Lima nos quiso mostrar como algunas personas sufren de opresión en algunos países; se les niega todo tipo de derecho humano en su país o nación. En el cuento Lezama también cuenta el sufrimiento y los sacrificios q tienen que hacer las personas. Para un final presto, es un cuento muy realista que demuestra la crueldad que vivían las personas y con eso darnos cuenta que nadie nos puede maltratar y lo peor abolir nuestros derechos como seres humanos.




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